Los profetas de la postdemocracia se regocijan: “es el fin de la globalización, vivan las naciones libres”. Será el final de la globalización o conoceremos la nueva globalización.
Todavía estamos experimentando los efectos de la gran pandemia del siglo XXI y las teorías del fin de la globalización se están intensificando.
Es incuestionable que la pandemia covid 19 arrastró nuevos y viejos problemas geosociales con ella.
La tensión entre las naciones aumenta, como es el ejemplo, el conflicto diplomático entre los Estados Unidos y China, o la recurrente falta de definición por parte del Consejo Europeo y la diferencia conceptual más que evidente sobre la Unión Europea entre los países del Norte y del Sur de Europa.
A nivel social, ahora existe una mayor tentación para que los Estados controlen a sus ciudadanos. El uso de la tecnología por parte de los gobiernos puede tener efectos perversos para salvaguardar la libertad civil en niveles aceptables.
El nacionalismo nuevamente tiene aparentes justificaciones para querer revivir el proteccionismo económico y apartar la libertad de movimiento, con el pretexto del momento actual de contracción económica y emergencia sanitaria.
La dependencia mundial de su “gran fábrica”, China, que tiene una cuota de exportación mundial de alrededor del 42% (en 2018) de equipos de protección personal, hicieron entonar la defensa de la producción nacional.
En términos sociales, la tentación por la discriminación y el racismo fue bastante grande. Y, por ejemplo, en Portugal, el único diputado de la extrema derecha sugirió poner a una minoría étnica, los gitanos, en guetos, según él, debido a la alta incidencia de casos de covid 19 en esa comunidad.
Emanuel Macron, presidente de Francia, en una entrevista publicada en el Financial Times, declaró categóricamente que “está claro que este tipo de globalización está al final de su ciclo”.
Esta opinión está más cerca de lo que todos los ciudadanos del mundo podemos construir: una nueva globalización.
Los tiempos venideros serán decisivos para saber si vamos a entrar en una globalización lenta o una nueva globalización.
Más fuertes que una guerra, los efectos de la primera gran pandemia del siglo han logrado detener la actividad económica en casi todo el mundo.
La Unión Europea espera tener un descenso rotundo en el PIB este año, se contraerá alrededor del 7,4% en comparación con 2019. Esta contracción casi duplica la gran caída registrada en 2009, que fue del 4,3% en relación con el año anterior.
Debido al debilitamiento de algunos sectores económicos, como el turismo y los restaurantes, que se paralizaron casi por completo, se deberán crear nuevos modelos de negocios para enfrentar las nuevas contingencias. La nueva globalización lo exigirá.
Sin embargo, lo que la nueva globalización no puede ser es una copia más moderada de la Slowbalization, ya que las ganancias logradas por la globalización actual se perderían.
Es cierto que el comercio internacional, uno de los sectores más afectados por los efectos de Covid 19, disminuirá su valor entre 10 y 30%. Y habrá una tentación para algunos países de aumentar sustancialmente los aranceles de importación. Sin embargo, este proteccionismo exagerado puede estar en contra del desarrollo económico de las naciones.
Esa tentación comienza con el presidente Donald Trump, quien actualmente impuso un aumento de las tasas de aduana a las exportaciones chinas al nivel de las practicadas en 1993.
Sin embargo, la defensa de la globalización como sinónimo de desarrollo social y económico en el mundo no significa que todo esté bien.
Las naciones del mundo tienen derecho a salvaguardar el interés general de sus pueblos. La defensa de una mayor producción nacional realizada por criterios racionales es perfectamente natural.
Los gobiernos nacionales, como todas las organizaciones, deben sopesar las ventajas y desventajas de implementar medidas para alentar la producción nacional.
La hipérbole de la protección de la producción nacional puede hacer que los países sean “olvidados” por el movimiento del comercio internacional.
Seamos lógicos, estando solo dentro del comercio internacional, la economía nacional puede superar sus limitaciones y la frontera de las posibilidades de producción.
En el tope del confinamiento de la población mundial para prevenir el contagio exponencial del virus covid 19, la salud ambiental de nuestro planeta ha mejorado enormemente.
La disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero fue un 17% respecto a 2019. Excelentes noticias, ya que la Agencia Internacional de Energía esperaba, antes de esta crisis para el presente año, una disminución del 8%.
Debemos “slowbalizar” o, incluso al menos, poner fin a los aspectos que pueden bloquear el conocimiento multicultural, la experiencia tecnológica y la movilidad ecológica. Estos valores son esenciales para mantener nuestros derechos civiles y nuestra libertad, y al mismo tiempo reducir sustancialmente las intenciones populistas de la posdemocracia.
En resumen, queremos satisfacer lo que los seres humanos más necesitan, una globalización nueva, más cooperativa, más consciente y verde.
Bruno Caldeira
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