Antes del inicio de la pandemia del covid 19, muchas empresas se mostraban prudentes a implementar el teletrabajo.
Dos de las razones que dificultaron la adhesión a este régimen de trabajo son:
• La Desconfianza
• La Inversión
La desconfianza hacia sus trabajadores es el principal obstáculo para que las empresas no se adhieran de manera más convincente al teletrabajo.
Antes de la pandemia, muchas organizaciones solo permitían que los gerentes tuvieran el privilegio de poder trabajar parcialmente de forma remota.
Incluso cuando el teletrabajo ya está en pleno funcionamiento, hay denuncias de que algunas las empresas incluso han implementado sistemas para monitorear a sus trabajadores.
Puede existir la tentación de replicar las características del trabajo en una oficina física para el teletrabajo, que ciertamente no tendrá la misma eficiencia, ya que cada forma de trabajar tiene su propia especificidad.
Pero las ventajas que ofrece el teletrabajo podemos fácilmente identificarlas: el fin de los desplazamientos al lugar de trabajo, más tiempo para la conciliación familiar, especialmente en casos de enfermedad o menos distracción en la interacción entre equipos de trabajo.
Sin embargo, como sabemos, no sólo hay virtudes en el teletrabajo. Con su implementación y organización surgen otros problemas laborales, de salud y sociales.
A nivel laboral, existen muchas organizaciones que exigen la ampliación de la jornada laboral. Al menos esa es la conclusión de un grupo de economistas de las universidades de Harvard, Stanford y Nueva York. Según su estudio, la jornada media de teletrabajo es 56 minutos más larga que la realizada en un lugar de trabajo físico.
Con el teletrabajo, la inactividad física está aumentando. Ahora hay una mayor tendencia a quedarse más tiempo en casa. El consumo de alimentos está aumentando, la mayoría de los cuales son ricos en calorías y azúcares. Y como resultado, está provocando enfermedades nuevas o agravando las existentes debido al sobrepeso y las malas posturas corporales.
Si el problema de la obesidad ya era grave en la mayoría de los países, hoy con el desarrollo del teletrabajo el desafío para los gobiernos, especialmente las autoridades sanitarias, es aún mayor.
A nivel social el estilo de vida sedentario frena las actividades físicas y lúdicas.
La comodidad de quedarse en casa y el uso masivo de mensajes digitales entre amigos y conocidos está frenando las tradicionales reuniones de amigos y actividades extralaborales.
Las restricciones a eventos debido a la pandemia de covid 19 agravan aún más la relación social entre los seres humanos.
Las generaciones más jóvenes tienen una menor costumbre por la convivencia social en comparación con las generaciones de sus padres debido al confort tecnológico. A su vez, si se llevan al extremo las consecuencias del teletrabajo, la relación humana y emocional puede verse seriamente en riesgo.
Antes de esta crisis sanitaria mundial la inversión tecnológica de las empresas para desarrollar el teletrabajo era en la mayoría de los casos escasa. La necesidad hizo que el cambio de este paradigma se hiciera sin una estrategia empresarial.
Asimismo, las empresas no pueden ver el teletrabajo únicamente como una forma sencilla de reducir sus costos fijos.
En este sentido, en España, las direcciones de la patronal de la CEOE y los sindicatos (UGT y CCOO) aprobaron el pacto para regular el teletrabajo.
Y no es coincidencia que Google y Facebook ya hayan anunciado el regreso parcial de sus trabajadores a sus oficinas a partir de junio de 2021.
Creo que este es el camino a seguir. Hay un cambio de paradigma, pero esta metamorfosis laboral no significa reemplazar un régimen por otro régimen laboral.
Un modelo híbrido es lo más deseable para mejorar la eficiencia de las organizaciones y de su fuerza laboral.
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