La ocurrencia de un momento histórico nos emociona, ya sea positivo o negativo.
La historia de América Latina también tiene sus momentos históricos. Sin embargo, su volatilidad política y social hace suspirar a sus ciudadanos por el gran momento histórico.
Hace unos días Chile tuvo un acto que podría cambiar la forma de interactuar en la sociedad, pero queda por ver si será histórico.
El 25 de octubre se convocó a los chilenos a un referéndum para poner fin a una de las principales herencias de la dictadura, la Constitución de 1980. Y la decisión fue soberana. El 78% de los votantes eligió “enterrar” la “Constitución de Pinochet”.
Además, el pueblo de Chile también decidió que su futura Constitución estaría escrita en una “hoja blanca”, es decir, sin ningún modelo predeterminado.
Por primera vez desde 1883, la Constitución de Chile será redactada por una convención constituyente, para su posterior aprobación mediante referéndum popular.
Si todo sale según lo previsto, la nueva Constitución entrará en vigor en 2022.
Este es el momento histórico que muchos chilenos esperaban y deseaban para lograr su desarrollo social.
La mecha provocada por un simple aumento en el precio del billete de metro conllevó a un cambio profundo (como se espera) en la sociedad chilena.
La actual Constitución de 1980 dio prioridad al sector privado sobre el sector público. Áreas de gran sensibilidad social como la salud, la educación o las pensiones están en manos privadas.
Ahora hay una cierta esperanza para el pueblo de Chile, y para otros pueblos que ven sus Constituciones como un faro que ilumina y orienta la vida de sus ciudadanos.
En el Caribe, más específicamente en Haití, también se prevé la renovación de su Carta Magna como la salvación para su desarrollo social y económico y para la reconciliación nacional.
El pasado 25 de octubre podría significar el inicio de un gran momento histórico. Pero este momento histórico sólo puede lograrse si cuenta con los hombres y mujeres adecuados para guiar el nuevo camino para su sociedad.
Más que elaborar un nuevo texto constitucional, los ciudadanos de cualquier país quieren que los errores y vicios del pasado no vuelvan a la nueva realidad.
Estos errores o las grandes equivocaciones del pasado no pueden ser bloqueados solo por frases hermosas y elocuentes. De ahí la importancia de una buena preparación de la nueva constitución antes de su aprobación.
Una de las peculiaridades de la elaboración de la nueva Constitución de Chile es la paridad entre hombres y mujeres. Por primera vez en la historia del constitucionalismo, la sensibilidad de las mujeres tiene aquí una gran responsabilidad.
Y cuando esta nueva Carta Magna entre en vigor, sus guardianes deben emerger. Pero los guardianes a los que me refiero no son órganos constitucionales, incluidos los tribunales. Los grandes guardianes de la Constitución son la sociedad civil. Solo con una sociedad civil organizada, interesada, innovadora y participativa podremos garantizar el respeto de la Constitución.
Si Chile busca su momento histórico, América Latina también busca ese objetivo.

La volatilidad y la polarización política, la corrupción, la violencia y la inseguridad cotidiana y las desigualdades sociales extremas, impiden que las naciones latinoamericanas tengan todas las condiciones para ofrecer el progreso y bienestar a sus ciudadanos.
Otro factor que frena su desarrollo es su exagerado nacionalismo, sea de carácter político o económico. La incapacidad de sus dirigentes para lograr el desarrollo sostenido de organizaciones supranacionales, como es el caso del Mercosur, no promueve el desarrollo de relaciones más profundas con las naciones vecinas.
Aquí tenemos el ejemplo paradigmático del Mercosur. La alternancia política de los gobiernos nacionales en América del Sur no debe poner en peligro el trabajo de varias generaciones de verdaderos estadistas.
La Unión Europea, con todas sus vicisitudes, es un gran ejemplo de promoción de la paz en el “viejo continente”.
Es necesario mirar más allá de un conjunto de frases hermosas y motivadoras. Porque la conquista de los derechos fundamentales y cívicos se realiza todos los días.
Por lo tanto es urgente redactar una Constitución en Chile que realmente solucione los problemas de sus ciudadanos.
Una sociedad civil fuerte dificultará que los responsables políticos salgan de las “líneas rojas” rayadas por la Constitución. Y así son más conscientes del respeto a la Res Pública.
Bruno Caldeira
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