En las próximas 4 semanas vamos a publicar el ensayo de Jon Arozamena intitulado “Portugal y España: Suspiros de Cine y Televisión. Jon Arozamena nos cuenta las aventuras y desaventuras de la cooperación entre Portugal y España en el ámbito del cine y de la televisión.
“Es quizás a través de la cultura que la mezcla europea puede tener éxito”. Son éstas unas declaraciones recientes de la actriz británica Charlotte Rampling, leyenda viva del cine europeo y nominada por primera vez al Óscar a Mejor Actriz Principal hace 5 años, es decir, a sus 69, por la película “45 años” (45 years, Andrew Haigh, 2015). Si hacemos caso a las palabras de quien de joven renunció voluntariamente a una carrera por y para Hollywood en favor de trabajar en diversos países del Viejo Continente, podemos creer también que es a través de la cultura que la mezcla ibérica puede tener éxito.
La cultura cinematográfica de Portugal y España
Y sin embargo, si nos fijamos en la cultura cinematográfica en concreto, vemos que la colaboración entre Portugal y España está formada históricamente por pequeños oasis aislados en un desierto en el que, por lo demás, reina el desinterés.
La comunidad ibérica sí ha visto cómo, en comparación, otras colaboraciones vecinas en Europa florecían con más lustre. De hecho, después de la Segunda Guerra Mundial, el cine europeo vivió una época dorada que no se explica sin el auge de las coproducciones internacionales. Entre ellas, un caso muy concreto destaca sobre los demás, un combo que ha representado el máximo potencial de esta forma de hacer cine. Éste es sin duda el formado por Francia e Italia, especialmente en los años 60 y 70. Ninguna otra colaboración ha sido tan fértil y variada tanto en calidad artística como en poderío comercial. En obras maestras de la historia del cine como, por ejemplo, “Los ojos sin rostro” (Les yeux sans visage, Georges Franju, 1960) o “El gatopardo” (Il gattopardo, Luchino Visconti, 1963) la colaboración económica confluye con la artística. Este poderío trajo consigo un flujo continuado de estrellas (y técnicos) de un país al otro, creando una suerte de star-system francoitaliano o italofrancés: Claudia Cardinale, Jean-Paul Belmondo, Alain Delon, Jean-Louis Trintignant, Michel Piccoli, Marcello Mastroianni, Philippe Noiret, Fanny Ardant… Si bien es cierto que esa época de oro como tal no ha llegado hasta nuestros días, Francia e Italia, aunque siempre rivales (en general, una guerra de marketing entre sí mismas como marcas) siguen manteniendo una relación cultural única.
Mucho menos fructífera ha sido la relación cinematográfica alrededor de la raia que separa (o une) a Portugal y España. Si nos remontamos a los inicios, a lo largo de los muchos años compartidos por ambas dictaduras, hay algunos ejemplos a destacar como el drama romántico “Inés de Castro” (Inês de Castro, José Leitão de Barros, 1944) o el noir “Tres espejos” (Tres Espelhos, Ladislao Vajda, 1947). Ya después de que ambos países conquistaran la democracia y pasados los primeros años de resaca por lo vivido anteriormente, el cine de un lado y del otro volvieron a darse la mano, y como veremos ahora, nos dejaron logros muy significativos y actrices y actores con bastante facilidad para cruzar la frontera.
Pero en pleno 2020, las mejores noticias del audiovisual ibérico no nos llegan desde el séptimo arte, sino desde la televisión y las plataformas de VOD (video bajo demanda, video on demand en sus siglas en inglés), que si se confirmasen como éxitos de público podrían quizás impulsar nuevas colaboraciones.
Jon Arozamena es especialista en relaciones internacionales y colaborador de radio.
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