Rami Saari (Petaj Tikva, Israel, 1963) es un poeta y traductor, y un ciudadano cosmopolita. Es licenciado en filología semítica y fenno-úgrica por la Universidad de Helsinki y doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Por su obra poética Rami Saari ganó en dos ocasiones el Premio del Primer Ministro, en 1996 y en 2003, y por sus traducciones ganó en 2006 el premio Saul Chernikhovsky. En 2010 le fue otorgado el Premio de la Academia del Idioma Hebreo por su contribución al enriquecimiento de las letras en esa lengua. El mismo año recibió el Premio al Traductor Extranjero de Finlandia.
Además de sus diez libros de poesía publicados en hebreo, desde 1988, Rami Saari ha traducido unas docenas de libros de las literaturas albanesa, catalana, española, estonia, finlandesa, griega, húngara y portuguesa.
En la entrevista dada a Raia Diplomática, Rami Saari nos ha contado como empezó su relación con la lengua española y portuguesa. Nos ha confesado cuales fueron los libros más complicados de traducir. A pesar de ser un poeta galardonado aún no tiene su obra literaria traducida al español.
¿Hay por ahí alguna editorial interesada?
Rami Saari, durante tu infancia viviste entre Israel y Argentina. ¿Fue fácil conciliar dos idiomas tan diferentes como el español y el hebreo?
No sé decir si fue fácil o difícil, ya que como niño nadie jamás me preguntó sobre el asunto y teniendo que comunicarme con dos adultos que utilizaban para la comunicación conmigo dos idiomas diferentes, tampoco tenía otra opción. De todos modos, creciendo con dos idiomas o más, parecidos o diferentes, puede siempre resultar una riqueza.

Hablas 17 idiomas. Albanés, árabe, catalán, inglés, español, estonio, finlandés, gallego, griego, hebreo, húngaro, maltés, polaco, portugués, ruso, sueco y turco. ¿Cómo aprendiste tantos y tan diversos idiomas?
Los idiomas han sido mi pasión y mi profesión a la vez. Dediqué veinte años de mi vida a una carrera académica en lingüística y literatura, pero a la vez quería conocer de cerca a parlantes de los idiomas que me fascinaban. Por tanto una buena parte de mi vida adulta contenía viajes permanentes y si uno se dedica seriamente al profundo aprendizaje, no resulta imposible conseguir la meta.
El idioma español está en tu entorno familiar. Pero ¿cómo surgió la lengua portuguesa?
Surgió a través de un amigo israelí, Uri Attar, que creía en mis capacidades poéticas y lingüísticas y tenía la intuición que yo era la persona más adecuada para traducir la poesía de Fernando Pessoa al hebreo. Este amigo, admirador de la obra del gran poeta portugués, me consiguió a través de José Blanco y la Fundación Calouste Gulbenkian en 2002 una beca con la cual tuve la oportunidad de pasar casi cinco meses viviendo en un burdel de Lisboa, pasando un montón de horas todos los días en la Biblioteca Nacional y colaborando con el traductor Francisco da Costa Reis, residente de Leiria. Al terminar esta estadía en Portugal, en junio del año 2003, ya me sentí bastante cómodo con el idioma portugués y muy entusiasmado con la posibilidad de traducir obras literarias portuguesas, pero también brasileras y angoleñas, que antes eran completamente desconocidas entre los lectores de la literatura traducida al hebreo en Israel.
Tienes la suerte de traducir sólo las obras literarias que te gustan. Sin embargo, ¿no es ese el único criterio para presentar tu propuesta de traducción a las editoriales?
Además de mi gusto personal trato de tomar en cuenta el valor literario de la obra en cuestión y hasta cierto punto también imaginarme con antelación la capacidad de la casa editorial de interesar a los potenciales lectores del libro que había escogido. Hay obras que pueden encantarme a mí, pero si juzgo que la gran mayoría de los lectores en hebreo no estará nada interesada en ellas, desde luego seguiré leyéndolas en el idioma original sin dedicar meses enteros a un duro trabajo de cuyo resultado no van a gozar ni cuatro gatos.
En este momento, ¿qué tipo de literatura aprecia más la sociedad israelí?
Es una complicada pregunta a la cual me resulta sumamente difícil contestar, ya que la sociedad israelí está muy dividida desde muchos puntos de vista, y en este sentido el interés hacia la literatura no es una excepción. Por lo tanto, prefiero pensar en el gusto de lectores que conozco personalmente intuyendo qué tipo de libros les interesaría a ellos leer.
Curiosamente plataformas de contenidos como Netflix tienen varias producciones acerca de los judíos ortodoxos y la sociedad israelí. ¿A qué cree que responde este fenómeno de divulgación de la cultura judía?
Básicamente al deseo de llegar a conocer una cultura relativamente desconocida a pesar de su gran influencia en la cultura mundial y global. Como religión monoteísta el judaísmo es hasta cierto punto la base del cristianismo y del islam, y por lo tanto despierta gran interés desde punto de vista religioso. Otros puntos de vista que pueden tener que ver con el asunto son los aspectos sociológicos, antropológicos, históricos y lingüísticos. Este interés no me resulta nada raro en una época en la cual el mundo se está convirtiendo en una aldea globalizada y mucha gente quisiera conocer de cerca otras culturas, especialmente si antes no las conocía o si tenía muchos prejuicios contra ellas.
¿La vida de un poeta o de un traductor es muy solitaria, o no es siempre así?
Efectivamente, pero no necesariamente. Creo que además de las obligaciones laborales uno puede determinar hasta cierto punto en qué medida quiere y necesita la compañía de otra gente. Sin embargo, cuando el distanciamiento social está obligatorio, el poeta y el traductor están metidos en el mismo barco con el resto de la humanidad.
Cuando una obra literaria te da mucho trabajo para traducir, ¿tienes desbloqueadores o técnicas que te ayuden a continuar con tu trabajo?
Técnicas no, pero dar más paseos con mi perra siempre puede ayudar…
Por cierto, ¿cuál fue el libro más difícil de traducir y por qué?

Llevo años sin pensar en superlativos y por lo tanto voy a mencionar tres y no uno: “Os Maias” de Eça de Queiroz por la necesidad de conseguir transmitir adecuadamente la vida del siglo diecinueve al lector del siglo vientiuno, “Guerra y guerra” de László Krasznahorkai por sus larguísimas y complicadas frases, e “Istanbul Istanbul” de Burhan Sönmez por su atmósfera, tramas y excepcional estructura. Sin embargo, lo difícil me lo tomo como reto y lo que no soy capaz de traducir, ni intento hacerlo.
En este momento, ¿qué libros estás traduciendo?
Estoy involucrado en tres magníficos proyectos a la vez: “Flores artificiais” del brasileño Luiz Ruffato, “Gölgesizler” del turco Hasan Ali Toptaş y una antología poética de la obra del finlandés Paavo Haavikko. A la vez vuelvo a leer la obra de Julio Llamazares, uno de los escritores españoles que más admiro, pensando en su venidera obra que me gustaría traducir.
¿Cómo surgió la poesía en tu vida?
De la manera más natural, eso es: por si misma. Nunca me obligué a escribir poemas, pero tampoco podía no escribir lo que me resultaba absolutamente esencial. A partir de alguna etapa uno entiende si se trata de poesía o no, aprende a conocer la necesidad de expresarse utilizando el poema y acepta esta necesidad como una parte integral de su ser.
“Pero el deseo de la paz siempre se combina bien con la vital necesidad que tiene un cosmopolita, igual que el resto de la humanidad”
Rami Saari
Fernando Pessoa escribe que “El poeta es un fingidor / Finge tan completamente / Que finge ser dolor / El dolor que realmente siente”. ¿Puede haber dolor en la creación poética?
Desde luego, pero el dolor es una parte integral de la vida de todos modos, así que uno no tiene que tener constantemente el miedo al miedo y el miedo al dolor.
¿Cómo se desarrolla tu proceso creativo poético?
No hay una sola regla que se puede implicar. Cada poema es una historia aparte, igual que las personas, las huellas dactilares y los copos de la nieve.
¿Tiene algún libro traducido al español? ¿Y en portugués?
Varios poemas sí, en ambos idiomas, pero unas antologías enteras de mi poesía fueron publicadas hasta el momento sólo en griego y en albanés. Quizás en el futuro…

¿Tienes en mente escribir otro libro de poesía?
No estoy pensando en libros de poesía sino en poemas. Cuando los poemas se acumulan y el conjunto toma su forma, uno sabe que ha llegado el momento adecuado para pensar seriamente en el venidero poemario.
Vivimos en tiempos muy raros. La pandemia frenó en parte la posibilidad de viajar y de convivir. Volviendo de nuevo a Fernando Pessoa, éste dijo “para viajar basta con existir”. ¿Estás de acuerdo?
Completamente de acuerdo si uno sabe de qué se trata. Una persona que ha viajado mucho siempre puede viajar en su mente, utilizando su memoria, sus deseos y sus anhelos. Pero los que conocen únicamente un lugar y una realidad quizás estén más limitados en su capacidad de viajar sólo existiendo.
Después de los Acuerdos de Oslo volviste a Israel. La esperanza de paz flotaba en el aire. Actualmente Israel ya tiene relaciones diplomáticas con algunos Estados del Golfo. ¿Eso te merece alguna reflexión o poema?
No me hubiera pasado por la mente si no me lo hubiera preguntado. Estoy más dedicado a analizar las relaciones entre personas, animales e idiomas, pero el deseo de la paz siempre se combina bien con la vital necesidad que tiene un cosmopolita, igual que el resto de la humanidad.
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