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Artículo sobre la sustentabilidad de la bioeconomía

HACIA LA SUSTENTABILIDAD A TRAVÉS DE LA (BIO)ECONOMÍA CIRCULAR

La sustentabilidad (o sostenibilidad) y la economía circular son dos conceptos actualmente muy citados en los medios. Sobre todo, desde el comienzo de la pandemia debido a la COVID-19, ya que la salida de la crisis seguramente se basará en la implantación a mediano y largo plazo de los Objetivos de Desarrollo Sustentables.

Antes de continuar sería conveniente definir estos dos conceptos. Una acción basada en la Sustentabilidad podría definirse brevemente como una iniciativa a mantenerse durante largo tiempo sin agotar los recursos naturales disponibles o causar un daño irreversible al medio ambiente. Este término es con el que la mayoría estamos familiarizados.  La economía circular, en cambio, no es un término muy extendido. Podría definirse como el conjunto de acciones que permiten aprovechar al máximo los materiales que utilizamos tanto del medio ambiente como aquellos que una vez han sido procesados son aún factibles de reutilizarse.

De tal forma que lo que comúnmente podría considerarse como el “residuo” de un sistema de producción, gracias a la economía circular se considera un “recurso” aprovechable; ya sea por el mismo proceso que lo generó o reutilizable por algún otro proceso.

Un ejemplo que engloba, tanto a la sustentabilidad, como a la economía circular es la fabricación de los bien conocidos envases Tetra Pack para contener alimentos líquidos como leche, jugos, entre otros. Son envases compuestos por diferentes capas de materiales muy bien definidos entre los que encontramos cartón, polietileno y aluminio.

En este ejemplo, la aplicación de una estrategia sustentable estaría enfocada en el aprovechamiento adecuado de la plantación de árboles de la cual se obtiene el cartón y una correcta reforestación que nos permita tener más árboles disponibles en un futuro. La sustentabilidad también se enfocaría en una producción ambientalmente amigable de aluminio y polietileno mediante, por ejemplo, el uso de energías renovables.

La economía circular, por otro lado, se enfocaría en la reutilización de tantas veces como sea posible de los materiales que componen las capas del envase de tal forma que podríamos evitar la inclusión de materiales “vírgenes” provenientes de la tala de (más) árboles y la extracción de petróleo (polietileno) o bauxita (aluminio).

Para tener una idea más clara sobre la Economía circular veamos el Diagrama Sistémico publicado por la Fundación Ellen MacArthur. A la derecha del diagrama en azul podemos ver en parte la linealidad convencional de los procesos productivos donde las materias primas son finitas. Por lo tanto, su abastecimiento implica un deterioro medioambiental. Sin embargo, estrategias de Economía circular permiten dotar de recursos reutilizables a las distintas etapas del proceso productivo haciendo el proceso algo más sustentable.

A la izquierda del diagrama (en verde) podemos ver una mayor (bio)circularidad de las materias primas o recursos debido a su carácter renovable. No sólo son más fácilmente reutilizables debido a su origen biogénico, sino también re-generables por seres vivos: plantas, animales, microorganismos, entre otros.

Un ejemplo adicional sobre (bio)economía circular tiene que ver con la gestión de la basura que generamos día a día en las ciudades. Los mal llamados residuos sólidos urbanos, ya que quizás deberíamos renombrarlos como “recursos”. Cuando son adecuadamente separados en origen en las categorías que comúnmente conocemos (vidrio, cartón, plástico y orgánica) su porcentaje de aprovechamiento es muy alto. En especial la fracción orgánica que con los tratamientos biológicos adecuados podemos obtener, desde energía renovable en forma de biogás por digestión anaerobia, hasta un fertilizante de suelos gracias al proceso de compostaje del subproducto del biogás, el “digestato”.

La gestión adecuada de los residuos urbanos es un ejemplo de (bio)economía circular ampliamente establecida en países como Alemania y Francia y en vías de implantación en España. En principio sería aplicable y, por lo tanto, extrapolable a muchos otros países como México, que enfrentan un gran desafío con respecto a la gestión de sus residuos sólidos urbanos. Por desgracia, la mayoría de éstos residuos en México se vierten, en el mejor de los casos, de manera controlada en rellenos sanitarios. Sin embargo, esta pobre gestión de los residuos sigue una linealidad que impide la obtención de productos de valor añadido como los citados anteriormente: biogás y fertilizante.

Otras iniciativas dentro de un esquema de (bio)economía circular en la frontera del conocimiento son aquellas que mitigan directamente la emisión de gases de efecto invernadero como el CO2. Este gas, responsable en buena parte del cambio climático, se genera de manera primordial en múltiples procesos industriales debido al uso de combustibles fósiles, tanto para la obtención de calor, como de electricidad durante los procesos productivos.

Un caso a resaltar es el proyecto industrial REACT-FIRST que busca convertir, con la ayuda de microorganismos, el CO2 en alimento para acuicultura y granjas avícolas. Así, el CO2 proveniente de la producción de electricidad debido a la combustión de carbón, es “capturado” y convertido en un producto de alto valor añadido dentro de un esquema de (bio)economía circular.

Dentro de la Coordinación de Sustentabilidad de la Red Global MX del Capítulo España, motivados por ejemplos como los descritos anteriormente, tenemos como objetivo principal identificar oportunidades y necesidades en el sector de la Sustentabilidad a través de la economía circular. Creemos que la plataforma que nos brinda la Red Global MX nos permitirá identificar los perfiles adecuados y atraer la atención de Profesionales capacitados. De tal manera que podamos aplicar el conocimiento adquirido en el extranjero para la resolución de las problemáticas medioambientales de México.

Alessandro A. Carmona-Martínez

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