Por razones de mi propia identidad, me gusta resaltar la palabra “Raya” para definir la frontera hispano-portuguesa. Sin embargo, a veces nuestra raya ha sido una oportunidad perdida.
Recientemente, Portugal pasó del estado de emergencia al estado de calamidad. Contrariamente a la semántica de estas dos palabras, la legislación portuguesa otorga al Estado de Calamidad un grado menor de severidad que al Estado de Emergencia. ¡Curiosidades portuguesas!
Una de las consecuencias del último confinamiento en Portugal por la pandemia del covid-19, fue el cierre de su frontera terrestre, nuestra Raia Ibérica.
Para paliar los efectos económicos y sociales que está provocando esta pandemia, la Unión Europea y sus Estados miembros siguen ultimando el denominado Plan de Estabilidad y Resiliencia.
Este es el mayor estímulo que proporciona la Unión Europea (UE).
A largo plazo, los presupuestos de la UE junto con el programa NextGenerationEU (un instrumento financiero temporal para impulsar la recuperación económica) invertirán 1.800 millones de euros en la economía europea.
Y para preparar proyectos de cooperación transfronteriza entre España y Portugal, para captar nuevos fondos de la Unión Europea, se han realizado numerosos encuentros, muchos “zooms” entre entidades y organizaciones hispano-portuguesas.
A pesar de todo el desarrollo realizado en Raya Ibérica, el último confinamiento demostró que las relaciones transfronterizas no son tan eficientes.
El cierre de la frontera terrestre hispano-portuguesa ha planteado importantes problemas de movilidad para los trabajadores transfronterizos.
Durante este cierre de la Raya, solo se autorizaron 18 puntos de entrada de los cuales solo 7 permanecieron abiertos: Valença do Miño, Vila Verde da Raia, Quintanilha, Vilar Formoso, Caia, Vila Verde de Ficalho y Castro Marim.
Otro dato relevante, como apunta la periodista Begoña Iñiguez, es que “en los municipios del sur de Galicia y en Portugal Miño y Tras-os-Montes la incidencia de casos de covid-19 fue inferior a 100 casos por 100 mil habitantes.
Esta insensibilidad es otra historia lamentable y una decisión más del centralismo ciego de Lisboa.
Como siempre, Terreiro do Paço solo mira a Portugal con los ojos e intereses de Lisboa. No logra vislumbrar la especificidad de cada región, cada municipio o cada aldea.
De hecho, la resolución de este problema transfronterizo estaba incluso muy avanzada por la parte española, ya que actualmente son sus comunidades autónomas las que gestionan esta crisis sanitaria.
El diálogo, la empatía y la resolución de este problema se habría resuelto fácilmente si Portugal tuviera regiones políticas y administrativas que pudieran hablar al mismo nivel que sus homólogos españoles.
Se habla mucho de innovación, se habla mucho de poner los servicios públicos al servicio de los ciudadanos, pero cuando aparecen nuevos retos, vuelve a surgir el retroceso centralista de Lisboa.
Lamentablemente, incluso con la aparición de nuevos partidos con escaño parlamentario, como los liberales, populistas y neofascistas, siguen defendiendo este absurdo statu quo lisboeta, que solo obstaculiza el desarrollo social y económico de otras regiones portuguesas.
Si la eventual creación de otras comunidades autónomas en Portugal continental podría ser la solución a este problema. Es decir, que se podría trabajar de forma descentralizada con el resto de comunidades autónomas de España. Sin embargo, con el dinamismo de las relaciones económicas y sociales entre portugueses y españoles, se podría pensar en crear una organización que hiciera el “puente” de contacto permanente entre las regiones y los ciudadanos de la Península Ibérica.
Este problema de movilidad que se dio con la pandemia es solo un ejemplo más de cómo la creación de una organización supranacional peninsular podría ser discutida de manera seria y racional para incrementar la efectividad y eficiencia de las relaciones entre sus entidades, sus organizaciones y sus los ciudadanos.
El esfuerzo ya desplegado por todos aquellos que han trabajado y trabajan por una mejor relación transfronteriza, no puede entenderse como una oportunidad perdida como lo fue el cierre temporal de nuestra Raya Ibérica.
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