A final de 2021, el tiempo político de Angela Merkel había terminado. En Alemania la llamaban cariñosamente “mutti” (madre), ahora su legado es más difuso. ¿Seguirá Europa sin una gran política internacional?
Históricamente, el comienzo del declive de Europa como centro del mundo se produjo con el final de la Segunda Guerra Mundial. Tras su reconstrucción material y moral, y la creación de las instituciones europeas, en 1989 se produjo otro hito en la Historia de Europa: la caída del Muro de Berlín.
Con la reunificación alemana y el fin del régimen comunista en la Unión Soviética, parecía que se creaban las condiciones para la aclamada reconstrucción moral europea.
Helmut Kohl, canciller de Alemania de 1982 a 1998, fue famoso por ser un europeísta (las circunstancias políticas de esa época lo exigían), siendo uno de los grandes impulsores del “eje franco-alemán” y de la nueva Europa que se iba a crear. Era el momento del consenso.
Sin embargo, en 1998 los alemanes eligieron a otro canciller, el socialdemócrata Gerard Schroder. Y en 2005 el pueblo alemán volvió a elegir una nueva canciller (o canciller), la conservadora Angela Merkel.
Helmut Kohl y Angela Merkel, a pesar de pertenecer al mismo partido, los demócratas cristianos de la CDU, tenían perspectivas algo diferentes con respecto a Europa; Kohl más europeísta y Merkel más germanista.
Está claro que la Unión Europea es de gran importancia para Alemania. De hecho, Europa es el foco principal de la política exterior alemana. Y en la contabilidad de la historia, ni Helmut Kohl ni Angela Merkel lograron pasar de 1989. No pudieron hacer historia. Estuvieron ausentes de la gran política internacional.
Desde el punto de vista de Alemania, la gobernanza de sus “mutti” tenía más puntos positivos que otros Estados miembros de la Unión Europea. Pero este nacionalismo, a veces bien disfrazado, resultó en una ausencia de Alemania de la gran política internacional.
Muchos señalan a Merkel como la gran salvadora de la moneda única europea, el euro. Creo que esa afirmación es bastante discutible. Merkel fue sin duda la gran salvadora de los bancos alemanes con el dinero de los países intervenidos por la troika (Banco Central Europeo, FMI y Comisión Europea.
Las debilitadas economías del sur de Europa y el ingenio de sus gobiernos (Portugal, Italia, Grecia y España), que siguieron una política expansionista para mitigar los efectos de la crisis financiera, fueron “arrinconados” por las reglas de estabilidad de la Unión Europea.
Merkel animó a los gobiernos de los países del sur de Europa a realizar inversiones públicas durante la crisis financiera, para luego imponer las reglas de control financiero de la Unión Europea, una de las grandes hipocresías de los “mutti”.
“Y en la contabilidad de la historia, ni Helmut Kohl ni Angela Merkel lograron pasar de 1989. No pudieron hacer historia. Estuvieron ausentes de la gran política internacional”
Bruno Caldeira
La otra gran hipocresía de Merkel, es que hasta entonces era poco sensible al drama social que se desarrollaba en los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España), por las consecuencias de la crisis financiera, fue más tarde más benévola con el drama de los refugiados de Siria y otros países que no pertenecían a la Unión Europea.
Estos hechos justifican que Alemania esté bastante ausente de la gran política internacional, con un gran índice de inconsistencia.
Esta decisión de Merkel de abrir las fronteras de Alemania y la Unión Europea sin criterio ha provocado uno de los grandes problemas a los que se enfrenta Europa: el control de sus fronteras.
Esta situación nos recuerda mucho a la decadencia del Imperio Romano Occidental, cuyas fronteras fueron sistemáticamente irrespetadas por sus vecinos bárbaros.
Evidentemente, en este juego político quienes no tienen la menor responsabilidad son los refugiados, que huyen de la guerra, el hambre y la miseria.
La historia de la relación de la canciller Merkel con Europa tiene muchas paradojas. Una de ellos es que Europa, especialmente la Unión Europea, es su espacio vital geopolítico y geoeconómico, y ha sido olvidada varias veces por su nacionalismo encubierto.
La verdad del asunto, es que Alemania y la Unión Europea permanecen ausentes de la gran política internacional, como lo demuestra la historia desde 1989 hasta la actualidad. Y más que una ausencia consentida, la falta de rumbo político de la Unión Europea está llevando a su casi irrelevancia.
Algunas de sus antiguas colonias están ganando mayor predominancia internacional que el propio bloque de la Unión Europea (ahora sin el Reino Unido).
Y la última pregunta que hay que plantearse es: ¿Cuándo empezará la Unión Europea a formar parte de la gran política internacional?
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