La economía digital es el resultado de un proceso de transformación desencadenado por las tecnologías de la información y la comunicación. Los antecedentes de este fenómeno se pueden situar en los años cincuenta y sesenta con el surgimiento de los centros financieros offshore y en los años noventa con la introducción del comercio electrónico. Estos fenómenos propiciaron un cambio en fiscalidad desde la economía tradicional hacia la nueva economía digital. En todo este proceso, resultaba de particular importancia desarrollar nuevas herramientas fiscales que fueran efectivas en el entorno digital.
Si la globalización económica y después la introducción del comercio electrónico supusieron avances importantes, la era de la digitalización como fenómeno disruptivo significará el cambio más importante en los sistemas tributarios de las próximas décadas. La introducción de tecnologías emergentes asociadas a la 4ª Revolución Industrial y el desarrollo de nuevas expresiones de riqueza plantean desafíos para la tributación efectiva para los nuevos modelos de negocios.
“La explotación de los datos puede crear valor para las empresas de muy diversas formas: segmentación de clientes de acuerdo con sus perfiles; aprender y detectar de manera automática patrones a partir de una serie de datos, permitiendo así personalizar experiencias; adaptarse a los cambios en su entorno identificando tendencias del mercado, aplicar reglas que vinculan las entradas con las salidas; y llevar a cabo mejores decisiones”
Elizabeth Ramos
La ausencia de presencia física, como rasgo distintivo de la economía digital, representa un desafío para la fiscalidad internacional. La capacidad de las cadenas de valor digital para generar valor sin presencia física o con presencia física reducida dispar a los ingresos generados, propició el surgimiento del concepto presencia económica significativa como expresión de la presencia digital (digital presence).
Las clasificaciones de negocio que han surgido con la economía digital se refieren a modelos sin sustancia operativa sujeta a gravamen en los países que desarrollan sus actividades, entre los que se encuentran: business to business (B2B), busines to consumer (B2C), consumer to consumer (C2C), plataforma de pagos, la prestación de servicios digitales de programación informática, almacenamiento y procesamiento de datos masivos (cloud computing).
En los últimos años, las políticas fiscales presionan para que las multinacionales contribuyan con su parte justa de tributación. La idea aquí recogida es la contribución de una porción justa, evitando conductas de evasión, elusión o planificación agresiva. Algunos planteamientos cuestionan si será posible, en una economía global, lograr una imposición proporcionada y efectiva, al mismo tiempo que un adecuado reparto de esas contribuciones entre los Estados. Por ello, no es de extrañar que las nuevas propuestas de reforma del sistema fiscal internacional giren en torno al principio de “fair share of tax”, no solo como un elemento de justicia material e integridad que conecte con ordenamientos tributarios nacionales, sino como un disuasor de tensiones o conflictos políticos que tenga como objetivo instrumentar un nuevo reparto del poder tributario entre los Estados. En este sentido, se está transitando del modelo del deber de contribuir, a otro en el que se exige contribuir con lo justo y lo equitativo.

Los datos representan el elemento principal en el diseño de las estrategias de los nuevos modelos de negocios. La cadena de valor de los datos en sus distintas etapas podría ser considerada una manifestación de nueva riqueza digital: generación y recopilación, distribución, utilización y cesión. Además, los datos son fundamentales para el desarrollo de algoritmos y su recogida ha cambiado por completo en la Industria 4.0. La explotación de los datos puede crear valor para las empresas de muy diversas formas: segmentación de clientes de acuerdo con sus perfiles; aprender y detectar de manera automática patrones a partir de una serie de datos, permitiendo así personalizar experiencias; adaptarse a los cambios en su entorno identificando tendencias del mercado, aplicar reglas que vinculan las entradas con las salidas; y llevar a cabo mejores decisiones.
En este sentido, cabe plantearse propuestas de introducción de impuestos específicos como un ejercicio continuo y constante. La digitalización económica ha abierto varias alternativas de sujeción de gravamen. Sin embargo, la velocidad a la que viaja la economía digital y los sistemas tributarios podría conducir a rezagos importantes en la formulación y ejecución de reglas fiscales. En cualquier caso, la economía centrada en los datos requiere ser entendida antes de construir un sistema tributario internacional apropiado.
Sonia Elizabeth Ramos-Medina
Miembro de la Red Global MX Capítulo España, doctora en Estudios Fiscales. Candidata a Investigador Nacional (2022-2025). Profesora – Investigadora en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
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