El mundo es propenso a la creación de nuevas estrategias geopolíticas, pero lamentablemente continúan los peligros del nacionalismo, el personalismo y los imperios. De Danzig a Kiev es una narración oscura que descubre los miedos y la intolerancia del pasado siniestro de Europa.
La pandemia del Covid-19 (que aún no ha terminado) debe suscitar lo mejor del ser humano: el espíritu de ayuda mutua y la tolerancia de los valores universales. Si en los primeros días de la pandemia se lograron estas cualidades en general, con el paso de los meses y los años estos planes se desvanecieron.
La invasión rusa de Putin a Ucrania nos recordó mucho el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
Es cierto que han pasado varias décadas de Danzig (ahora Gdansk, Polonia) a Kiev, pero trágicamente las une la misma razón: el expansionismo nacionalista.
Si Hitler empezó por anexionarse territorios (Austria, Sudetes y el resto de Checoslovaquia), Putin impone como motivo oficial para una nueva invasión de Ucrania, la protección de las comunidades de habla rusa de las nuevas autoproclamadas Repúblicas Populares de Donestk y Lugask, que ahora tendrían el reconocimiento de Putin.
De Danzig a Kiev transcurre una parte importante de la historia europea. Corresponde fundamentalmente a los europeos saber tratar con las potencias vecinas, creando un nuevo punto de equilibrio, aunque ello implique crear nuevos “muros” y nuevas “cortinas”, actuando con la necesaria “realpolitik”
Bruno Caldeira
Es preocupante que Danzig y Kiev estén tan vinculadas y con un trágico denominador común que tanto molesta a las democracias: la ambición desmedida de una sola persona.
Es absolutamente extraordinario que Europa no aprenda de sus errores, y no fue por falta de advertencia.
Hay valores universales y morales que ahora están en juego con esta deplorable invasión militar.
Qué justicia hay cuando un país es atacado brutalmente por razones que están distorsionadas de la realidad, y no se puede ayudar de manera eficiente.
Estamos de acuerdo en que una confrontación entre la Rusia de Putin y la OTAN daría como resultado el estallido de la Tercera Guerra Mundial con consecuencias aún más nefastas que las que se están produciendo actualmente en Ucrania. Sin embargo, también debemos aprender de la historia cómo reaccionó Europa ante el ataque nazi a Danzig.
Las diversas analogías que existen entre el inicio de la Segunda Guerra Mundial y la actual guerra en Ucrania son preocupantes, tales como:
I – Nacionalismo. La razón aducida por la Alemania nazi para atacar el corredor de Danzig fue que esta zona impedía el enlace entre Alemania y Prusia Oriental. Ahora Putin evoca que Ucrania no tiene derecho a existir como nación soberana, ya que es parte de la “Madre Rusia”.
II – Geopolítica. Cuando los bloques militares y geopolíticos chocan tan claramente (aunque militarmente lo hagan indirectamente) es por la falta de equilibrio en sus relaciones. Evidentemente, es urgente equilibrar estos poderes y los países en los que actúan para que las relaciones diplomáticas puedan volver a funcionar. Por supuesto, el nuevo punto de equilibrio será muy diferente al anterior a la guerra en Ucrania.
III – Democracia. La historia de Europa siempre ha sido muy fértil en el enfrentamiento dialéctico y militar entre fuerzas democráticas y autocráticas. Pero la construcción de democracias no termina con las elecciones. Hay otros vicios que amenazan a los Estados democráticos, como la corrupción. Y aquí es donde Ucrania todavía tiene un largo camino por recorrer.
De Danzig a Kiev transcurre una parte importante de la historia europea. Corresponde fundamentalmente a los europeos saber tratar con las potencias vecinas, creando un nuevo punto de equilibrio, aunque ello implique crear nuevos “muros” y nuevas “cortinas”, actuando con la necesaria “realpolitik”.
Bruno Caldeira
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