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Pegados a la tierra

Sine agricultura nihil. Una frase rotunda. Pone ante nuestros ojos realidades que la mayoría no estamos acostumbrados a ver. Pero el día a día nos presenta hechos y datos que no podemos obviar y que tienen consecuencias para todos. Con la guerra de Ucrania volvimos a mirar con detalle las estanterías de los supermercados y comprobamos, una vez más, que la globalización es una certeza en cualquier ámbito, no solo en el tecnológico, de automoción o textil.

El sector primario es un gran desconocido y su imagen -más allá de las bucólicas fotos del campo en primavera- sigue asociada, en muchos casos, a estereotipos que hoy no representan a los profesionales de la agricultura y la ganadería 4.0. Hace ya más de diez años que las organizaciones agrarias pidieron a la Real Academia Española de la Lengua la eliminación del diccionario de las acepciones que vinculaban lo rural con “tosco” e “inculto”, expresiones peyorativas para un colectivo cuya labor va mucho más allá de la producción de los alimentos que llenan nuestras despensas.

Como consumidores somos ahora más exigentes, estamos mejor informados, leemos con detalle las etiquetas y vamos avanzando hacia un consumo responsable, con una mayor presencia de los productos de proximidad. A este movimiento están contribuyendo, por ejemplo, grandes chefs que hacen brillar productos locales -se convierten en una especie de embajadores– y ejercen además una importante labor didáctica. Cada vez son más los cocineros que abogan por esta línea de trabajo que pone el acento también en aspectos sociales como la preservación de la naturaleza y la necesidad de fijar población en el mundo rural.

La despoblación del interior es otra cuestión que compartimos a ambos lados de la Raya/Raia. Alrededor del 42 por ciento de la población lusa vive en el entorno metropolitano de Oporto y Lisboa; en España hay grandes contrastes demográficos, Madrid y Barcelona y las áreas costeras -especialmente el Mediterráneo- concentran la mayor parte de la población mientras que la densidad en el interior se desploma hasta apenas alcanzar los 10 habitantes por kilómetro cuadrado en un buen número de provincias.

El éxodo de la ciudad al campo que impulsó la pandemia ¿incrementará los padrones municipales? Independientemente de que la respuesta sea afirmativa o no, parece seguro que el censo de agricultores no aumentará. Los métodos de producción actuales están mecanizados, automatizados, digitalizados y requieren menos mano de obra. Decía el profesor Luis Márquez, un referente en el sector de la maquinaria agrícola, que el campo español se había “tractorizado” pero necesitaba avanzar en la mecanización.

Una recomendación que vemos como se va cumpliendo. Nosotros, en Feria de Valladolid, organizamos cada dos años un certamen especializado en maquinaria agrícola, Agraria. El recinto se transforma en un extenso catálogo de máquinas y equipos que ocupa la totalidad del espacio disponible, más de 30.000 metros cuadrados. La próxima cita se celebrará en enero de 2023 y supondrá el reencuentro -tras el paréntesis de 2021- para miles de profesionales en un certamen que aúna la actividad comercial propia de una feria con sesiones para el intercambio de información y conocimiento.

El futuro de la Política Agraria Común, la PAC, es un tema recurrente en este foro y ahora con mayor motivo, si cabe, debido a las novedades que van a entrar en vigor. Cambio climático, producción sostenible de alimentos, explotaciones eficientes, sostenibles y la incorporación de jóvenes y mujeres al campo son puntos clave en las líneas de actuación fijadas para el periodo 2023-2027.

¿Cómo afrontar el cumplimiento de esos retos? Portugal ha basado su propuesta de actuación en una transición climática y digital que no deje a nadie atrás, que tenga en cuenta también a las pequeñas y medianas explotaciones.

En los debates y análisis sobre el futuro de las zonas rurales aparecen ideas recurrentes, como la necesidad de fortalecer el tejido socioeconómico del territorio. La cuestión es cómo conseguirlo. La evolución de la agricultura puede darnos pistas. El cereal sigue teniendo gran protagonismo, pero cobran relevancia otros cultivos como el olivar, los frutos rojos o el viñedo, que en la Península supera el millón de hectáreas.

Y en esos millones de vides se sustentan dos sectores pujantes para la economía de nuestros países: la producción de vinos y el enoturismo. Dos actividades que se complementan y a las que los analistas auguran un buen futuro.

En definitiva, sin agricultura, nada.

Alberto Alonso, Director General de Feria de Valladolid

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