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Valores offline de ferias y congresos

Hace un par de meses comentaba en este espacio el papel preponderante que la Península Ibérica tiene en el turismo internacional y su condición de primer destino receptor. Hoy quiero referirme a una de las vertientes profesionales de ese sector, el turismo MICE, acrónimo inglés de Meetings, Incentives, Congress, Exhibitions. Esas siglas engloban una industria silenciosa y muy poco conocida pese a la repercusión económica y social que se deriva de ella.

ICAA, la Asociación Internacional de Congresos y Convenciones, sitúa a España en el segundo puesto de su ranking mundial como destino de reuniones de negocio, muy cerca de Estados Unidos, que lidera esa clasificación. Portugal ocupa el séptimo lugar, pero Lisboa se mantiene un año más como la segunda ciudad en recepción de congresos, tanto de Europa como del mundo, por detrás de Viena. Oporto también apuesta por esa línea de trabajo y aumenta su valoración hasta situarse en el puesto 16. Y en España, Barcelona y Madrid aparecen en el top 10 de esta clasificación.

Sin duda, estas cuatro ciudades aglutinan la mayoría de los eventos de carácter internacional y los de mayor relevancia, digamos que juegan en la elite y los demás nos movemos en otros niveles. Madeira y Algarve, por un lado, y ciudades como Málaga, Bilbao, Sevilla, Valencia, Zaragoza y Valladolid, en la vertiente española, apostamos por reforzar nuestra oferta como destino de eventos y congresos para consolidar y seguir creciendo en este mercado.

¿Qué aporta la industria ferial y congresual a una ciudad, a un país? Para el buen desarrollo de este sector es imprescindible llevar a cabo acciones coordinadas entre todos los agentes que intervienen en el proceso, es un ejemplo más de colaboración público-privada.

Cambian los modelos, la estructura de los encuentros, se incorporan nuevos sectores, pero la fuerza del cara a cara, el apretón de manos, permanece inmutable

Alberto Alonso, Director General de Feria de Valladolid

Los informes sobre la repercusión económica de ferias y congresos ponen el acento en el retorno económico que generan en la ciudad y su entorno por conceptos como alojamiento, restauración, transporte, ocio, el gasto medio por asistente -que supera al del turista “convencional”-. En mi opinión a ellos hay que añadir otros parámetros difíciles de trasladar a cifras, pero de suma importancia en la medida que estos eventos son foros de conocimiento capaces de ayudar al crecimiento del sector que aborden. Y, por supuesto, su contribución a la difusión de la imagen de la ciudad, el turismo MICE es una excelente campaña para el destino.

España cuenta más de 100 palacios de congresos y 44 recintos feriales que superan los 5.000 metros cuadrados de área de exposición. La actividad desarrollada en ellos se cifra en 13.000 millones de euros anuales, según un estudio de Oxford Economics para la Asociación de Ferias Españolas (AFE).

Un comentario recurrente entre quienes nos dedicamos a la organización de eventos es nuestra invisibilidad y el desconocimiento de las particularidades que tiene esta industria, un hecho que en España quedó patente durante la pandemia; con legislaciones dispares en cada autonomía, con requisitos diferentes para la celebración presencial de los eventos, asemejados en unos casos a la actividad de un centro comercial y, en otros, a un mercado al aire libre. Mirábamos con admiración y un punto de envidia la decisión del gobierno alemán de calificar a ferias y congresos como una actividad estratégica para la recuperación de la economía.

Sin duda un mensaje esperanzador, que en España se aplicó, por ejemplo, a FITUR por su condición de “Acontecimiento Excepcional de Interés Público”, lo que permitió a sus expositores desgravar el 90 por ciento de sus inversiones en el certamen de 2021, una cita que pretendía servir de arranque a la temporada turística y, al mismo tiempo, la recuperación de los encuentros presenciales.

Si el vídeo no mató a la estrella de la radio, los eventos virtuales o híbridos que nos permitieron desarrollar algunos proyectos en esos meses aciagos demostraron de nuevo el valor de las ferias offline. Cambian los modelos, la estructura de los encuentros, se incorporan nuevos sectores, pero la fuerza del cara a cara, el apretón de manos, permanece inmutable. La tecnología nos lleva a lugares no imaginados y pone en nuestras manos soluciones casi mágicas. Incorporamos a nuestro día a día esas herramientas, pero cuando nos hemos visto privados de la posibilidad de encontrarnos hemos añorado más que nunca todo lo que nos aporta una feria o un congreso.

Alberto Alonso, Director General de Feria de Valladolid

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