¿Cuántas veces hemos escuchado que lo “natural” es mejor que lo “artificial”? Un debate más en donde es muy fácil caer en la trampa de extremos y de querer ver el mundo en blanco y negro, cuando el espectro de colores es mucho más amplio. Casi pareciera que es señal de debilidad llegar a acuerdos con la contraparte y aceptar que hay cosas buenas y malas en ambos lados. Pero claro que las hay.
Sobre el debate de lo natural vs lo artificial, algunos argumentan que muchos de los problemas que tenemos hoy en día existen porque nos hemos alejado de lo natural y que debemos regresar a vivir de una manera más “orgánica” y “natural”.
La parte adversaria argumenta que regresar a lo “natural” es ir hacia atrás y que lo natural limita el desarrollo y progreso científico. Mencionan que, socialmente, algunos comportamientos naturales evocan tradiciones antiguas que no compatibilizan con el mundo actual y que posturas ideológicas conservadoras pudieran usar impactando negativamente a los valores sociales de libertad e inclusión.
Como ejemplo, y aunque cada vez son menos, hemos escuchado a quienes se oponen a las uniones del mismo sexo referirse a la homosexualidad como algo antinatural. Los conservadores que ahora critican a las personas transgénero como antinaturales, en un pasado eran quienes defendían la esclavitud y limitaban los derechos de la mujer.
La humanidad necesita más a la naturaleza para su subsistencia que la naturaleza a la humanidad. Y porque la naturaleza es indiferente a nosotros, debemos aprender de ella y de sus leyes naturales para saber cómo actuar para salvarla, al tiempo que aseguramos la permanencia de la humanidad
Ricardo Villarreal
Si eliminamos los avances científicos en la medicina y en la tecnología, quizás nuestra vida pudiera ser más “natural”, pero por otro lado nuestra expectativa de vida sería mucho menor que la actual y nuestro estilo de vida rudimentario. Profundicemos.
El filósofo inglés John Stuart Mill decía que los logros que han mejorado la vida de la humanidad provienen de alterar la trayectoria de la naturaleza, no de mantenerla.
Complementando este pensamiento, el filósofo español Fernando Savater, en su libro “Las Preguntas de la Vida”, menciona que algo artificial (hecho por el hombre) es mejor que algo natural (ausente del contacto humano) y que su funcionalidad existe precisamente para protegernos de la “naturaleza” misma. ¿Será? Veamos.
Enfermedades como el cáncer son naturales, mientras las soluciones médicas como la quimioterapia son artificiales. Un gélido invierno es algo natural, pero el vivir en una cómoda casa con electricidad y calefacción para protegernos del frío es artificial.
Los amantes de los perros, y hay algunos verdaderamente adorables (ver Yorkie), sabrán que su adorable mascota no es natural u orgánica, sino una invención humana ya que los perros, que evolucionaron de un ancestro en común con los lobos, son el resultado de miles de años de reproducción selectiva.
En similar comparación, las frutas y verduras modernas han sido modificadas (y mejoradas) genéticamente tras varios años de selección artificial. Si viéramos su apariencia “natural” de hace varios siglos, no nos apetecería comer las versiones ancestrales de los plátanos, sandías, zanahorias y duraznos, por mencionar algunos.
Lo “natural” se refiere a las cosas como son, no como deberían ser. El término “natural” explica los elementos de cómo existe el mundo tal cual sin el impacto o la presencia humana. Sin embargo, es importante notar que todas las creaciones “artificiales” hechas por el hombre, como la ropa, los dispositivos tecnológicos, los anteojos, cohetes espaciales y hasta los campos de agricultura, han sido hechos por elementos encontrados en la naturaleza. Pero no solo hay cosas artificiales, sino conceptos.
Con la evolución social de nuestra especie, ha sido también natural crear conceptos humanos artificiales como las leyes para protegernos y establecer cierto orden, los idiomas para poder comunicarnos, y el concepto de sociedad para vivir en cooperación.
En nuestra “naturaleza humana” también se encuentra la cultura, que juega un papel muy importante en nuestro desarrollo y nuestra manera de pensar, sentir y actuar.
En uno de los periodos más importantes del desarrollo humano, la Ilustración, los filósofos debatieron la “naturaleza humana” desde el punto de vista moral. Para Jean-Jacques Rousseau, los hombres son buenos por naturaleza, pero corren el peligro de ser corrompidos por la sociedad. En contraste, Immanuel Kant argumentaba que los humanos necesitan principios establecidos por la sociedad para hacer el bien. Sin ellos, los humanos pueden llevar a cabo acciones en perjuicio de la sociedad.
En seguimiento de ese contrapunto, una muy atinada observación filosófica de Savater indica que la influencia humana no solo se refleja en la creación de algo, sino también en la decisión deliberada de no influir en algo.
Por ejemplo, ¿son los majestuosos paisajes del Parque Nacional Yosemite en California “naturales” porque han permanecido intocables por miles de años, o son “artificiales” porque el hombre ha decidido deliberadamente no desarrollar el área y dejarla intacta?
Si un proceso “artificial” de reforestación reconstruye hábitats naturales, o un proyecto de repoblación de zonas boscosas en regiones áridas desarrollan un ambiente “natural” nuevo, ¿es este acaso un triunfo “artificial”?
Pero como iniciamos este artículo, pongamos las cosas en la balanza. Aunque es verdad que algunos sistemas artificiales tecnológicos han ayudado a la humanidad a vivir mejor, también es cierto que otros “avances” han traído consigo serias amenazas que han puesto en peligro el futuro de la humanidad.
Las armas utilizadas en guerras, el desperdicio electrónico y la sobreproducción de plásticos que contaminan nuestros océanos, industrias abusivas que contaminan el aire que respiramos y las instituciones financieras deshonestas que empujan a muchos hacia la pobreza, son algunos ejemplos perniciosos de creaciones artificiales humanas.
Debemos entender que la naturaleza no tiene ninguna obligación en favor de la humanidad. La naturaleza continuará actuando entrópicamente y respondiendo a cómo la tratamos. Por miles de años hemos explotado y alterado a la naturaleza para nuestro propio beneficio, y muchas de estas decisiones, buenas y malas, son ya irreversibles.
La humanidad necesita más a la naturaleza para su subsistencia que la naturaleza a la humanidad. Y porque la naturaleza es indiferente a nosotros, debemos aprender de ella y de sus leyes naturales para saber cómo actuar para salvarla, al tiempo que aseguramos la permanencia de la humanidad.
Es aquí donde las mejores ideas de la humanidad, las que continúan detonando avances científicos responsables, pueden ser la solución para vivir en armonía con nuestro planeta.

Ricardo Villarreal nació en Monterrey, México. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación del Tec de Monterrey y tiene un MBA de la Escuela de Negocios John H. Sykes de la Universidad de Tampa, en Florida.
Como director de cine documental dirigió y produjo el largometraje “The Domínguez, a Family Who Shaped the History of California” para el canal de televisión KCET en Los Ángeles, California y dirigió y produjo “Ride with Larry”, un documental inspirador para concientizar sobre el Parkinson y el uso de la marihuana medicinal, que ganó varios premios en festivales internacionales de cine. Trabajó en proyectos de promoción comercial entre México y California en la oficina de ProMéxico en el Consulado General de México en Los Ángeles y como empresario independiente. Fue presidente de la Asociación EXATEC California y ha sido voluntario en organizaciones altruistas que promueven las ciencias y las artes (principalmente música y literatura). Es parte del comité de selección y jurado del festival Cinema Culturas en Riverside, California para promover el arte cinematográfico en los jóvenes inmigrantes. Es actual vicepresidente del capítulo de Portugal de la Red Global MX y vive en la ciudad de Setúbal, Portugal.
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