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A Ver si nos Entendemos

Con excepción de los días de fin de semana, los demás días de la semana no se nombran de igual forma en los dos idiomas. Comencemos, entonces, por lo que tienen en común el Portugués y el Español.

El sábado viene del hebraico sabbath y su sentido original para el pueblo judío fue -y sigue siendo- jornada de descanso.

La palabra domingo viene del latín dominĭcus, que significa día del Señor, en clara alusión a la resurrección de Jesús. Antes de ser el día del Señor, este día fue el día del Sol. De hecho, lo sigue siendo en Inglés y en Alemán. Del mismo modo que sigue siendo de la Luna el día que se le sigue.

La Península Ibérica ha bebido mucho de la civilización árabe a la vez que es heredera de la cultura judeocristiana. No sorprende, por lo tanto, que -para los idiomas ibéricos- dos días de la semana hayan recibido nombres a partir de dos palabras clave del judaísmo y del cristianismo.

Ningún portugués se equivoca a la hora de contar los días de la semana porque desde muy temprana edad sabe que segunda se refiere al primer día laborable y que a cada siete días se dicen ocho y que el doble de ocho es quince. Así de simple para unos y de incomprensible para otros.

Respecto a los demás días sí que tomaron el Portugués y el Español direcciones distintas, siendo que la opción lusófona no coincide con la elegida por ningún otro país europeo ni con las demás lenguas romances oficiales en la península. La lengua portuguesa siguió la corriente cristiana, mientras que en las lenguas española, gallega y catalana se mantuvo la tradición pagana de nombrar los días de la semana a partir de astros o planetas.

De cara al Portugués, lo importante es tener en cuenta que el primer día de la semana, el más relevante y el torno al cual se desarrollaba toda actividad comercial, social y religiosa, era el domingo – la primera feria em Latim (feira, em Portugués).

Sabiendo esto, resulta obvio llamar segunda-feira al día que viene a continuación. Los demás días llevan el numeral ordinal correspondiente: terça-feira, quarta-feira, quinta-feira y sexta-feira. Cumple señalar que el ordinal correspondiente al cardinal tres es terceiro/a, pero al tercer día de la semana, en la lengua portuguesa, no se le llama terceira-feira sino terça-feira.

El idioma español, por su turno, adoptó nombres por los que también se conocen algunas divinidades de la mitología romana. De este modo, lunes es el día de la Luna; martes, el día del planeta Marte o del dios de la guerra; miércoles, es día del planeta Mercurio o del dios del comercio y de las comunicaciones; jueves, el día del planeta Júpiter o del dios del Cielo; y viernes, el día del planeta Venus o de la diosa del amor y de la belleza.

Como el objetivo de estos textos es acercar los hablantes de ambos idiomas, y porque entre los lectores habrá lusófonos que comunican en Español o hispanohablantes aprendiendo el Portugués, nos parece oportuno explicar una aclaración más.

Los días de la semana, en Español, son todos del mismo género. En Castellano, los días llamados laborables tienen la misma forma en singular y el plural.

En Portugués, los días que van de segunda a sexta, son evidentemente femeninos por ser femenino el sustantivo feira que puede o no estar presente en el nombre del día de la semana. Son masculinos el sábado y el domingo, por supuesto. Cualquiera de los siete días asume diferente forma según el número, variando entre singular y plural.

Aclarada esta cuestión lingüística, miremos un caso práctico de posible confusión entre hablantes de estas dos lenguas.

Si un portugués se encuentra con un español un determinado día, vamos a poner por ejemplo el lunes, día 1 de cualquier mes, y si pretenden quedar el lunes siguiente, lo habitual es que se despida el portugués del español diciendo: “Até daqui a oito dias”.

Si el español se pone a hacer cuentas calendario en mano, le cae el martes. Si se da el caso que la segunda reunión se proyecte para dentro de dos semanas, entonces, el portugués se despedirá diciendo: “Até daqui a quinze dias” – que, en rigor, si ha de caer el lunes, serán catorce.

El hecho de que ocho días en la lusofonía sean siete para los hispánicos, y que quince días en Portugal sean catorce para el resto del mundo, no suele confundir tanto a los extranjeros, como el hecho de que quince no es -ni nunca fue- el doble de ocho.

Se sorprenden a menudo españoles y portugueses con alguno que otro malentendido cuando lo normal es que -siendo tan parecidas las lenguas y tan equívocos algunos conceptos- surjan problemas en la comunicación.

Hay mucho ruido entre los hablantes de estos dos idiomas. No nos referimos al ruido en sentido literal, que ese es demasiado evidente nada más entrar en un restaurante, sino a todo elemento perturbador de la percepción del mensaje por parte del receptor.

Ningún portugués se equivoca a la hora de contar los días de la semana porque desde muy temprana edad sabe que segunda se refiere al primer día laborable y que a cada siete días se dicen ocho y que el doble de ocho es quince. Así de simple para unos y de incomprensible para otros.

Pretender que el extranjero en general, y el español en particular, entienda como obvio algo que no cuadra con la lógica ni con la aritmética, es pedir peras al olmo. Lo que hay que hacer es explicar y la explicación es el propósito de estos textos.

Se dice que una imagen vale más que mil palabras y por eso el interlocutor español de la ilustración optó por dejar un emoji.   

Ana Rita Laureano

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