La tercera cumbre Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) o también conocida como la Nueva Ruta de Seda ocurrió el pasado 17 y 18 de octubre en China. Estuvieron presentes más de 50 altas autoridades en Pekín para dialogar sobre los avances de los proyectos de infraestructura más ambicioso del presidente Xi Jinping. Originalmente en el 2013, el conjunto de iniciativas de desarrollo e inversión se creó para unir Europa con Asia Oriental con la ayuda de infraestructura física. En los años posteriores, el vasto proyecto se extendió a África, Oceanía y América Latina, expandiendo ampliamente la influencia económica y política de China por todo el mundo.
Durante su visita oficial a Kazajstán e Indonesia en el 2013, Xi anunció la iniciativa de la BRI. En su principio, el plan tenía dos caras: el Cinturón Económico de la Ruta de la Seda Terrestre y la Ruta Marítima de la Seda. Ambos frentes fueron designados colectivamente como una única iniciativa, pero después se unificaron. Esta visión involucraba una red de ferrocarriles, oleoductos, carreteras y cruces fronterizos simplificados, tanto hacia el oeste (a través de las antiguas repúblicas soviéticas) como hacia el sur, hasta Pakistán, India, y el resto del sureste asiático.[1] El propósito del presidente chino era intensificar el uso internacional de la moneda de su nación al hacer uso de esta red. Al mismo tiempo, China ha ido evolucionando otros programas para asegurar su presencia en regiones internacionales. El país ha estado financiando numerosas zonas económicas especiales, también conocidas como áreas industriales, con el motivo de crear empleos e influencias en los países al adoptar sus ofertas tecnológicas como la red 5G, incitada por la dominante empresa de telecomunicaciones Huawei.
Estas acciones han empujado a que China se vuelva un acreedor importante de distintos países en desarrollo. Sin embargo, como decía el economista Adam Smith, “no hay almuerzos gratis”. En el 2018, el Banco Asiático de Desarrollo estimó que el continente se enfrentaría a un déficit de financiación de infraestructura anual de más de $900,000 millones de dólares.[2] Usando este dato para su beneficio, el Occidente ha criticado severamente a China por implementar una “diplomacia de la trama de deuda”. Por ejemplo, uno de los casos más evidentes de lo mencionado es el de Sri Lanka, declarándose en quiebra en el 2022. China es el principal acreedor de Sri Lanka, con aproximadamente del 52% de su deuda total.[3]“Sri Lanka pidió un préstamo a China para construir el puerto de Hambantota, pero no pudo pagar la deuda. En 2017, el puerto fue arrendado a China por 99 años.”[4] Al ver lo ocurrido algunos gobiernos se han declarado en contra de la BRI, culpando a China del colapso de Sri Lanka.
Pero hasta hoy, tanto Estados Unidos como la Unión Europea han tenido dificultades para ofrecerle a los gobiernos participantes una visión económica más atractiva, permitiendo que la BRI se vuelva la agente representativa de la diplomacia china.
Se tiene un registro de que China, hasta mitad del 2023 cuenta con más de 200 acuerdos de cooperación con 152 países y más de 25 organizaciones internacionales.[5] El dato destaca que China sigue transformando la construcción de la infraestructura de la BRI a su influencia política y diplomática. En octubre del 2023 se inauguró el tren de alta velocidad Yakarta-Bandung en Indonesia, un proyecto eminente en el cual China proporcionó amplias cantidades de financiación a través de préstamos, haciendo posible la existencia del primer ferrocarril en el sudeste asiático. A su vez, es el proyecto pionero ferroviario de velocidad elevada de China en un país ajeno. La ambición general de China para la Nueva Ruta de Seda es sorprendente. Actualmente hay 147 Estados que han firmado proyectos con China o han declarado su interés por hacerlo; países que representan dos tercios de la población global y el 40 por ciento del PIB mundial.[6] Es evidente que las aspiraciones del país asiático es acrecentar sus lazos comerciales, desarrollar mercados de exportación, incrementar los ingresos del país y tener las posibilidades de continuar exportando su exceso de facultad productiva. China está mostrando su interés por fortalecer sus relaciones económicas con regiones ubicadas en el Occidente, que en el pasado habían sido negadas. En el 2021, la Unión Europea anuncio el renombrado “Global Gateway”, un proyecto de inversión en infraestructura de $300,000 millones de dólares dirigido a los países socios de la Unión Europea para hacerle competencia a la BRI, pero no hay ni punto de comparación con la estrategia de Xi Jinping.
Algunos analistas internacionales clasifican la BRI como una extensión amenazadora del creciente poder del gigante asiático. Cabe mencionar que a consecuencia de que los costos de muchos de los proyectos se han elevado, la oposición ha incrementado en algunos países. Sin embargo, Estados Unidos comparte la preocupación de que la BRI podría ser un caballo de Troya para el desarrollo regional y eventualmente una expansión militar que podría estallar. El presidente del otro extremo del mundo, Joe Biden, ha mantenido una postura indiferente hacia las acciones de China, pero hasta hoy, tanto Estados Unidos como la Unión Europea han tenido dificultades para ofrecerle a los gobiernos participantes una visión económica más atractiva, permitiendo que la BRI se vuelva la agente representativa de la diplomacia china.
[1] https://www.cfr.org/backgrounder/chinas-massive-belt-and-road-initiative
[2] https://www.oecd.org/finance/Chinas-Belt-and-Road-Initiative-in-the-global-trade-investment-and-finance-landscape.pdf
[3] https://www.bloomberglinea.com/2023/01/22/sri-lanka-asegura-que-la-reestructuracion-de-su-deuda-seria-respaldada-por-china/
[4] https://www.dw.com/es/cumbre-nueva-ruta-de-la-seda-cuán-exitoso-es-el-sueño-chino-de-xi-jinping/a-67126426
[5] https://www.europapress.es/comunicados/internacional-00907/noticia-comunicado-cgtndifusion-te-cultura-largo-ruta-seda-20231016164339.html
[6] https://www.cfr.org/backgrounder/chinas-massive-belt-and-road-initiative
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