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Vivir en Razónlandia: Un Mundo Dominado por la Ciencia y la Razón

¿Cuántas veces hemos escuchado que debemos evitar discutir sobre política o religión? Nos dicen que el debatir sobre estos temas tan subjetivos solo causan división y cargan el riesgo de hacernos perder buenas amistades y aislarnos de nuestras familias. Por otro lado, la ciencia, que es universal, sí debería ser un punto de encuentro armónico y de acuerdos sobre descubrimientos al tratarse de verdades demostrables basadas en la evidencia y no en opiniones. Y sin embargo no es así.

Desafortunadamente la ciencia es atacada cuando sus conclusiones no son compatibles con las ideologías de las personas, incluyendo a muchos líderes en puestos de poder. Hay que señalar que el rechazo a la ciencia no es exclusivo de una sola postura, pues se da en lados opuestos del espectro político. Por ejemplo, los conservadores demuestran su antagonismo ante la ciencia cuando se trata del cambio climático, la evolución biológica y, recientemente, la efectividad de las vacunas.

Pero los liberales no se quedan atrás; en las izquierdas encontramos también posturas anti-ciencia en su oposición a los GMO (organismos genéticamente modificados) y a la industria farmacéutica, como también en su inclinación a favor de pseudociencias como la homeopatía, la astrología y las terapias con cristales, cuando no existe evidencia científica alguna sobre la efectividad de ninguna de ellas.

Pero entonces, si un descubrimiento es concluyente bajo un consenso científico, ¿porqué resulta tan difícil para muchos aceptar la verdad científica en lugar de cuestionar lo erróneo de su ideología y corregir su razonamiento? Aquí es donde vemos con preocupación el peligro de cegarse a la razón y aferrarse obstinadamente a una ideología hasta llevarla casi al grado de culto.

Algunos factores sociales y psicológicos que explican esta situación de disonancia cognitiva son: la falta de educación científica, el miedo a ser rechazado por un grupo social o laboral, el miedo a la incertidumbre ante la posibilidad de separarse de apegos emocionales y la angustia al desafiar una creencia muy establecida. En esta última, las personas muy religiosas pueden sentirse emocionalmente vacías y confundidas cuando una verdad científica demostrable desacredita por completo su doctrina religiosa.

En la búsqueda de la verdad, debemos tener la apertura para aceptar la objetividad científica y saber apreciar el gran regalo de conocer la verdad. El aceptar solamente aquello que vaya de acuerdo con nuestra manera de pensar e ignorar todo lo demás (sesgo de confirmación) representa una barrera de autoaislamiento que nos hace fallar como ciudadanos al no poder integrarnos debidamente en una sociedad plural.

En un capítulo de su libro Starry Messenger, el astrofísico Neil deGrasse Tyson, comenta cómo él y otros científicos reconocidos, reunidos en un festival sobre ciencias en España, flotaron la idea de sugerir un país virtual dominado por la ciencia y la razón como una solución a las conductas irracionales en la política mundial. El nombre que sugirió para este país es Rationalia (en español sería algo como Razónlandia).

¿Porqué resulta tan difícil para muchos aceptar la verdad científica en lugar de cuestionar lo erróneo de su ideología y corregir su razonamiento? Aquí es donde vemos con preocupación el peligro de cegarse a la razón y aferrarse obstinadamente a una ideología hasta llevarla casi al grado de culto.

Ricardo Villarreal

¿Cómo sería vivir en Razónlandia? Para empezar, no habría patriotismos, ni exámenes de ciudadanía, ni reglas migratorias, ni mucho menos habría que jurar lealtad a combatir fuerzas enemigas. La ciencia ocuparía un lugar muy importante para la toma de decisiones y no sería elitista, estaría al alcance de todos.

Más que enfocarse a las diferencias políticas o religiosas, el gobierno de Razónlandia se enfocaría en resolver los retos que enfrenta la humanidad, como lo son el uso de los recursos naturales limitados del planeta, la energía, el medio ambiente y demás. Por supuesto que Razónlandia sería un país abierto y diverso, en donde todos son libres de practicar cualquier religión que deseen, pero no de imponer sus creencias religiosas en los demás ni en la política. El secularismo vela por el ejercicio de la libertad.

La Constitución de Razónlandia estipularía que, antes de adoptar y establecer una nueva ley, tendría que haber evidencia convincente para soportar una idea donde se beneficie la mayoría o de lo contrario podría tratarse de información sesgada. Sobra decir que las leyes se aplicarían a todos por igual, con respeto y justicia, y utilizando evidencia objetiva verificable buscando impulsar los intereses de la población.

En Razónlandia el método y las observaciones científicas, la continua experimentación, las pruebas y recopilación de datos tendrían un peso de influencia importante en los aspectos de la vida. De igual manera, las ciencias que estudian el comportamiento humano (psicología, neurociencia, sociología y demás) tendrían un sólido presupuesto, pues entender cómo interactuamos es vital para una sociedad mentalmente saludable.

La educación tendría, además de la ciencia, un enfoque en las artes creativas, pues no solamente el despertar la imaginación ayuda a los avances científicos, sino que la creatividad artística contribuye de manera positiva a la cultura y a la sociedad. En la cuestión de salud, las ciencias médicas tendrían un tremendo apoyo económico y contarían con un gran respeto y apreciación por parte de la población.

Y como la ciencia también es mejorable y se actualiza al obtener nueva información, Razónlandia estaría siempre abierta a adoptar mejores prácticas para liderar, basadas en nueva evidencia, para el beneficio y progreso de sus habitantes. Es un buen inicio.

Pero mientras no exista Razónlandia, aspirar a llegar a una sociedad dominada por la ciencia y la razón empieza por nosotros. Si el avance de la ciencia depende en gran parte de los actores en el poder, es importante votar por líderes políticos que apoyen a las ciencias. Y si parece que el nivel intelectual de la clase política ha decaído en todo el mundo, esto se debe a que en gran medida muchos gobernantes son deliberadamente antagonistas y hasta enemigos de la ciencia. Esto tiene que cambiar.

Además de nuestra participación ciudadana, es importante promover en nuestros círculos sociales el diálogo franco sobre la importancia de la verdad científica y el pensamiento crítico en nuestras vidas. La ciencia juega un papel crucial para ayudarnos a entender y mejorar el mundo, para desarrollar nuevas tecnologías, para descubrir curas para enfermedades, para estimular la actividad económica al crear nuevas industrias y, como la ciencia es un lenguaje universal, promueve la cooperación internacional para enfrentar los grandes retos de la humanidad.

Ricardo Villarreal, Vicepresidente – Red Global MX Capítulo Portugal

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